Nos deja Monseñor Javier Martínez, arzobispo de Granada, prendados con su sabiduría: "El culto a la razón ha derivado en los botellones". Manifiesto mi total adhesión a su pensamiento: el otro día pasé junto a unos quinceañeros con cresta que disertaban copa en mano sobre Kant, Nietzsche y Michael Jackson. Esta juventud, no sabe uno dónde vamos a acabar.
Dice otras cosas más serias, como que "Tan peligrosa o más que 'Educación para la Ciudadanía' es la 'Ciencia para el mundo contemporáneo'" pues cada ciencia "contiene una epistemología y una concepción del hombre y del saber". De lo que entiendo yo que estudiar y sacar conclusiones propias es muy malo. Nunca entenderé a los fanáticos que reniegan de todos los regalos que supuestamente nos ha hecho su jefe, por ejemplo el pene o el cerebro. ¿Para qué?
Tristemente famoso es este santo varón por sus citas para la posteridad. En la memoria nos queda aquello de "matar a un niño indefenso da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer" o "cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX establecieron la legalidad de otros crímenes, menos repugnantes que el del aborto".
Independientemente de la opinión personal que cada uno pueda tener al respecto del aborto, gasear judíos simplemente por ser judíos es claramente un tema más leve. Porque para Javier Martínez, reciente e irónicamente nombrado presidente de la comisión de Relaciones Interconfesionales en la curia española, todo lo que no sea catolicismo le parece, hablando en plata, una puta mierda. Por ejemplo, "el islam es menos una religión que un imperio". Así que el tema de los judíos es evidente que no le parece muy profundo.
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